lunes, 26 de mayo de 2008

Truman:

"Por si no nos vemos luego: buenos días, buenas tardes y buenas noches."


El show de Truman, Peter Weir.

domingo, 25 de mayo de 2008

Un mundo feliz

"Se produjo un silencio incómodo. Algunos muchachos se sonrojaron. Todavía no habían aprendido a identificar la significativa pero a menudo muy sutil distinción entre obscenidad y ciencia pura. Uno de ellos, al fin, logró reunir valor suficiente para levantar la mano.
- Los seres humanos antes eran... -vaciló; la sangre se le subió a las mejillas-. Bueno, eran vivíparos.

- Muy bien -dijo el Director, en tono de aprobación.

- Y cuando los niños eran decantados...

- Cuando nacían -surgió la enmienda.

- Bueno, pués entonces eran los padres... Quiero decir, no los niños, desde luego, sino los otros.

El pobre muchacho estaba abochornado y confuso.

- En suma -resumió el Director-, los padres eran el padre y la madre -la obscenidad, que era auténtica ciencia, cayó como una bomba en el silencio de los muchachos, que desviaban las miradas.- Madre -repitió el Director en voz alta, para hacerles entrar la ciencia; y, arrellanándose en su asiento, dijo gravemente-. Estos hechos son desagradables, lo sé. Pero la mayoría de los hechos históricos son desagradables. (...). Porque deben ustedes recordar que en aquellos tiempos de burda reproducción vivípara, los niños eran criados siempre con sus padres y no en los Centros de Condicionamiento del Estado.




Un mundo feliz, Aldous Huxley.

miércoles, 21 de mayo de 2008

Ice Cucumber

He visto bebidas raras: de colores sospechosos, de sabores más sospechosos aún, y con nombres poco atractivos. Pero... ¿¿¡¡Pepsi con sabor a pepino!!??

lunes, 19 de mayo de 2008

Amélie:

"Al menos usted nunca será una hortaliza... porque hasta las alcachofas tienen corazón."

Amélie, Jean-Pierre Jeunet.

domingo, 18 de mayo de 2008

Alex:

"Y ahí estaba yo, es decir, Alex. Y mis tres drugos, o sea: Pete, Georgie y Dim. Estábamos sentados en el Milk Bar Korova, exprimiéndonos las rasuderas para encontrar algo con que ocupar la noche. En el Korova Milk Bar servían lacta plus. Leche con veloceta o drencromina... que es lo que estábamos bebiendo. Aquello nos agudizaba los sentidos y nos dejaba listos para una nueva sesión de ultraviolencia."



La naranja mecánica, Stanley Kubrick.

Memorias de una geisha

"- No te vayas, pequeña Chyo -me dijo Hatsumono-. Quiero enseñarte algo. Es esa jovencita que ves allí, la que está saliendo por la puerta. Se llama Ichikimi.
Miré a Ichikimi, pero no parecía que Hatsumono tuviera más que decirme sobre ella.
- No la conozco -dije.
- No, claro que no. No tiene nada especial. Es un poco tonta y más torpe que un tullido. Tan sólo creí que te parecería interesante saber que ella será geisha y tú no.

No creo que Hatsumono pudiera haber encontrado nada más cruel que decirme. Llevaba ya un año y medio condenada a los pesados trabajos de una criada. Sentía que mi vida se extendía ante mí como un largo camino que no llevaba a ninguna parte. No diré que deseaba convertirme en geisha; pero tampoco quería seguir siendo una criada el resto de mis días."



Memorias de una geisha, Arthur Golden.

sábado, 17 de mayo de 2008

¿Alguien está interesado en comprar un Moco verde?

Lo sé. Es un chiste taaaaaaaan fácil...
Si le interesa a alguien... se venden en Japón!

viernes, 16 de mayo de 2008

Nuevo micrófono

Para aquellos que no pueden evitar cantar bajo la ducha:

jueves, 15 de mayo de 2008

Historia de un asesino

"Pensó, naturalmente, que nunca había olido nada tan hermoso. Sin embargo, como conocía los olores humanos, muchos, miles de ellos, olores de hombres, mujeres y niños, no quería creer que una fragancia tan exquisita pudiera emanar de un ser humano. Casi siempre los seres humanos tenían un olor insignificante o detestable. El de los niños era insulso; el de los hombres consistía en orina, sudor fuerte y queso; el de las mujeres en grasa rancia y pescado podrido. Todos sus olores carecían de interés y eran repugnantes... y por ello, ahora ocurrió que Grenouille, por primera vez en su vida, desconfió de su nariz y tuvo que acudir a la ayuda visual para creer lo que olía. La confusión de sus sentidos no duró mucho; en realidad sólo necesitó un momento para cerciorarse óptimamente y entregarse de nuevo, sin reservas, a las percerpciones de su sentido del olfato.
Ahora olía que ella era un ser humano, olía el sudor de sus axilas, la grasa de sus cabellos, el olor a pescado de su sexo y lo olía con el mayor placer. Su sudor era tan fresco como la brisa marina; el sebo de sus cabellos, tan dulce como el aceite de nuez; su sexo olía como un ramo de nenúfares; su piel, como la flor del albaricoque... y la combinación de estos elementos producía un perfume tan rico, tan equilibrado, tan fascinante... (...). Era la belleza pura."





El perfume, Patrick Süskind.

Matrix:

"¿Alguna vez has tenido un sueño, que pareciera tan real que no lo puedes distinguir de la realidad? Y si no pudieras despertar de ese sueño, ¿cómo sabrías que estás soñando? Es la pregunta que nos da fuerza. Es la duda que te ha traído aquí."






Matrix, Larry y Andy Wachowski.

martes, 13 de mayo de 2008

La defensa

"Carlomagno y Garin se acercaron al tablero. El monarca alzó la mano, y pronunció a continuación las palabras que sorprendieron a los cortesanos que mejor lo conocían.
- Propongo una apuesta- dijo con voz extraña. Carlomagno no era hombre dado a las apuestas. Los cortesanos se miraron con inquietud-. Si el soldado Garin gana una partida, le concederé la parte de mi reino que va de Aquisgrán a los Pirineos Vascos y la mano de mi hija. Si pierde, será decapitado en este mismo patio al romper el alba.(...)

Carlomagno se sentó a la mesa. Parecía hallarse en trance. El duque quedó anonadado. El propio Garin estaba perplejo. Miró al duque a los ojos y, sin mediar palabra, posó la mano sobre el tablero, aceptando la apuesta. (...)

Al cabo de casi una hora, el duque de Borgoña notó que el monarca se comportaba de una manera extraña. Tenía el ceño fruncido y estaba absorto y distraído. (...). Súbitamente Carlomagno se incorporó de un salto lanzando un grito, volcó el tablero y los trebejos rodaron por el suelo. (...). Hicieron falta seis nobles para sujetarlo. Cuando por fin lo sometieron, Carlomagno miró asombrado alrededor, como si acabara de despertar de un largo sueño. (...)

Carlomagno y Garin se sentaron a jugar. Tras una batalla extraordinaria Garin alcanzó la victoria. El emperador le concedió la propiedad de Montglane, en los Bajos Pirineos, y el título de Garin de Montglane. Muchos años después, Carlomagno le envió como regalo el maravilloso ajedrez con el que habían jugado la famosa partida. Desde entonces se conoce como el ajedrez de Montglane.


- Reverenda madre, ¿qué fue del ajedrez de Montglane?- preguntó una de las monjas más ancianas, sentada en primera fila.

La abadesa sonrió.

- Ya os he dicho que si nos quedamos en la abadía, nuestras vidas corren grave peligro. Ya os he dicho que los soldados de Francia se proponen confiscar los bienes de la Iglesia y, de hecho, ya están cumpliendo esa misión. También os he dicho que antaño enterraron, dentro de los muros de la abadía, un tesoro muy valioso y tal vez maligno. En consecuencia, no os sorprenderá saber que el secreto que juré guardar cuando acepté ser abadesa, es el secreto del ajedrez de Montglane..."





El ocho, Katherine Neville.

domingo, 11 de mayo de 2008

El Desierto

"El desierto tiene muchos recursos para someter a quien viola sus secretos. Puede recurrir a un calor tan abrasador como para hacer que la piel arda igual que el papel, disolver los ojos o licuar los huesos. Puede ensordecer a uno con el silencio, aplastarlo con su desolación, modificar el tiempo y el espacio de manera tal que quienes lo crucen pierdan el sentido de la orientación, hasta el punto de no saber dónde están ni quiénes son. Puede inventar espejismos de sobrecogedora belleza, como una cascada, o un frondoso oasis, y hacerlos desaparecer en cuanto parece que uno está a punto de tocarlos, de volverlo loco de frustración. Puede alzar dunas montañosas para bloquear el paso, adoptar formas laberínticas de las que no exista la más remota esperanza de escapar. Sin embargo, de todas las armas de las que dispone el desierto, ninguna es más poderosa ni más contundente por su capacidad de destrucción, que la llamada la Ira de Dios: la Tormenta de Arena."



El enigma de Cambises, Paul Sussman.

Roy Batty:

"Yo he visto cosas que vosotros no creeríais. Atacar naves en llamas más allá de Orión. He visto rayos C brillar en la oscuridad cerca de la puerta de Tanhauser. Todos esos momentos se perderán en el tiempo, como lágrimas en la lluvia... es hora de morir."



Blade Runner, Ridley Scott.

Sin comentarios...


2. Una cualidad poco común y una pelea muy común

"Lo que la pequeña Momo sabía hacer como nadie era escuchar (...).
Momo sabía escuchar de tal manera que a la gente tonta se le ocurrían, de repente, ideas muy inteligentes. No porque dijera o preguntara algo que llevara a los demás a pensar esas ideas, no; simplemente estaba allí y escuchaba con toda su atención y toda simpatía. Mientras tanto miraba al otro con sus grandes ojos negros y el otro en cuestión notaba de inmediato cómo se le ocurrían pensamientos que nunca hubiera creído que estaban en él.

Sabía escuchar de tal manera que la gente perpleja o indecisa sabía muy bien, de repente, qué era lo que quería. O los tímidos se sentían de súbito muy libres y valerosos. O los desgraciados y agobiados se volvían confiados y alegres. Y si alguien creía que su vida estaba totalemente perdida y que era insignificante y que él mismo no era más que uno entre millones, y que no importaba nada y que se podía sustituír con la misma facilidad que una maceta rota, iba y le contaba todo eso a la pequeña Momo, y le resultaba claro, de modo misterioso mientras hablaba, que tal como era sólo había uno entre todos los hombres y que, por eso, era importante a su manera, para el mundo.

¡Así sabía escuchar Momo!"





Momo, Michael Ende.

Capítulo octavo

"Enseguida arrojó con furia la escopeta y la vio hundirse sin gloria. Bestia de metal indeseada por todas las criaturas.
Antonio José Bolívar Proaño se quitó la dentadura postiza, la guardó envuelta en el pañuelo y, sin dejar de maldecir al gringo inaugurador de la tragedia, al alcalde, a los buscadores de oro, a todos los que emputecían la virginidad de su amazonia, cortó de un machetazo una gruesa rama, y apoyado en ella se echó a andar en pos de El Idilio, de su choza, y de sus novelas que hablaban del amor con palabras tan hermosas que a veces le hacían olvidar la barbarie humana."






Un viejo que leía novelas de amor, Luis Sepúlveda.

Las ciudades y los ojos. 2

"Es el humor de quien la mira el que da su forma a la ciudad de Zemrude. Si pasas silbando, la nariz cerniéndose al compás del silbido, la conocerás de abajo arriba: antepechos, cortinas que se agitan, surtidores. Si caminas con el mentón apoyado en el pecho, las uñas clavadas en las palmas, tus miradas quedarán atrapadas al ras del suelo, en el agua que corre al borde de la calzada, las alcantarillas, las raspas de pescado, los papeles sucios. No puedo decir que un aspecto de la ciudad sea más verdadero que el otro, pero de la Zemrude de arriba oyes hablar sobre todo a quien la recuerda hundido en la Zemrude de abajo, recorriendo todos los días los mismos tramos de calle y encontrando por la mañana el malhumor del día anterior incrustrado al pie de las paredes. Para todos, tarde o temprano, llega el día en que bajamos la mirada a los tubos de los canalones y no conseguimos volver a despegarla del pavimento. No está excluído lo contrario, pero es más raro; por eso seguimos dando vueltas por las calles de Zemrude excavando con los ojos debajo de los sótanos, de los cimientos, de los pozos."





Las ciudades invisibles, Italo Calvino.