jueves, 15 de mayo de 2008

Historia de un asesino

"Pensó, naturalmente, que nunca había olido nada tan hermoso. Sin embargo, como conocía los olores humanos, muchos, miles de ellos, olores de hombres, mujeres y niños, no quería creer que una fragancia tan exquisita pudiera emanar de un ser humano. Casi siempre los seres humanos tenían un olor insignificante o detestable. El de los niños era insulso; el de los hombres consistía en orina, sudor fuerte y queso; el de las mujeres en grasa rancia y pescado podrido. Todos sus olores carecían de interés y eran repugnantes... y por ello, ahora ocurrió que Grenouille, por primera vez en su vida, desconfió de su nariz y tuvo que acudir a la ayuda visual para creer lo que olía. La confusión de sus sentidos no duró mucho; en realidad sólo necesitó un momento para cerciorarse óptimamente y entregarse de nuevo, sin reservas, a las percerpciones de su sentido del olfato.
Ahora olía que ella era un ser humano, olía el sudor de sus axilas, la grasa de sus cabellos, el olor a pescado de su sexo y lo olía con el mayor placer. Su sudor era tan fresco como la brisa marina; el sebo de sus cabellos, tan dulce como el aceite de nuez; su sexo olía como un ramo de nenúfares; su piel, como la flor del albaricoque... y la combinación de estos elementos producía un perfume tan rico, tan equilibrado, tan fascinante... (...). Era la belleza pura."





El perfume, Patrick Süskind.

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